cartas y pancartas

Tuesday, November 20, 2007

Cuartos menguantes (enero 2006)

*Columna firmada por K.B aparecida en Noticias de la Rioja así como en su blog "Pequeña posibilidad de honestidad"

La foto es cortesía de Enrique del Río.A veces me sorprende lo mucho que nos hace hablar la poesía en nuestra tierra, algo tan nimio, tan poquita cosa, que aporta tan pocos nombres a los listados de riojanos del año y otras zarandajas populistas. Sin embargo, envidiarían los economistas o los constructores lo mucho que ocupa la poesía en las conversaciones de nuestros vecinos. Ejemplos sobran y, algunos debates para la posteridad han quedado recogidos en las páginas de los diarios.

Claro que aún colean los ánimos de diatriba, y no vean lo que me alegra participar de la discusión y de un, muy necesario, espíritu crítico que sólo puede ser positivo de cara al futuro. Mejor la luz que el oscurantismo, creo yo. Hace poco un periodista me preguntaba sobre la relación que tenemos los poetas de la región, como los "sparrings" avezados esquivé el gancho, y respondí con mi mejor movimiento de cintura en años. Se alimentan demasiadas especulaciones a costa de una panorámica sesgada interesadamente. Lo digo porque marcamos la frontera donde nos place, y porque la poesía (ay, que bueno hablar de poesía en un diario) es un género subjetivo, la métrica es objetiva y opcional, pero aquello que llamamos poesía es subjetiva y por lo tanto, todos los juicios de valor han de ser, cuando menos, prudentes y abiertos. Esa visión sesgada deja fuera al activo y exitoso (en cuanto a convocatoria) grupo de poetas de La Rioja baja y deja fuera también a "outsiders" como al que le quiero dedicar esta columna. No pueden imaginar la alegría que me produce encontrar autores que por su cuenta y riesgo han llegado a desembocar en el proceloso mar de la edición de libros. Eso me ha ocurrido con "Cartas y pancartas" (Ediciones del Lobo Sapiens, León. 2005) de José Ignacio Hurtado García (Logroño, 1977). Libro y poeta "inmaculado" según José A. Martínez Reñones que bebe directamente del desencanto y la melancolía. Se le nota a José Ignacio su pasado musical (perteneció a los desaparecidos Murphy —y sus leyes—), y a veces nos encontramos con estribillos y juegos de palabras que deben su rítmica a sus encuentros fonéticos. Lo de Hurtado García es un desembarco en toda regla a la actualidad cultural de nuestra tierra, viene a confirmar algunas verdades contrastables que muchos ya sabemos: que las apuestas más interesantes literariamente de nuestra región surgen de la iniciativa privada —subvencionada o no—; que nuestra escena literaria no está formada de dos bandos —los guapos y los feos, por ejemplo—, es mucho más rica; que los acontecimientos se mueven a gran velocidad; que las instituciones deben hacer el esfuerzo de estar a la altura de las circunstancias y mirar hacia delante con generosidad y justicia. Lo que dejamos atrás ya es conocido y valorado, lo que nos espera es una aventura que nos debe deparar sorpresas y decepciones, qué duda cabe, pero un viaje del que vale la pena participar. Como ven, escribo una columna llena de fantasmas, etéreas presencias de distinto interés. Pero sería peor que fuesen estas líneas una casa deshabitada y yo mismo, un fantasma con columna, de esos que envejecen agarrados a la rabia de no saber que ocurre a su alrededor y no aceptan aquello que ocurre más allá de su nariz.

Les deseo a todos un año tan rico como 2005, en el que por fin logremos superar muchos de los prejuicios de los que hemos hecho gala. Ahí queda eso.

Monday, November 19, 2007

Prensa

LOGROÑO
,I JOSÉ IGNACIO HURTADO GARCÍA I POETA Y VIGILANTE DEL SAV
Cartas, pancartas y alguna multa
Acaba de publicar 'Cartas y pancartas', un poemario que le llega como caído del cielo. Y mientras disfruta escribiendo y tocando rock, se gana la vida vigilando la zona azul
José Ignacio Hurtado nada tiene que ver con el futbolista del mismo nombre, ni con el político, ni con el presentador, ni con las hermanas Hurtado, aclara.
Cartas, pancartas  y alguna multa
José Ignacio Hurtado posa con su libro de poesía y junto a una máquina del SAV, que se ha convertido en una de sus herramientas de trabajo. / ENRIQUE DEL RÍO

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Acaba de introducirse en el mundillo literario con 'Cartas y pancartas', una publicación que reúne cien poemas suyos y que -reconoce- «me vino del cielo». Autodidacta y ajeno al ámbito poético, la suerte le llegó a través de su hermana, Sandra, quien mostró sus primeras obras al responsable de la editorial leonesa Lobo Sapiens. A éste le gustaron y hoy son un poemario del que se han editado 800 ejemplares con destino a Madrid, Castilla-León y Logroño.

«Igual son demasiado cien poemas» para un libro, reconoce este joven poeta logroñés, quien dice escribir con un estilo directo, sencillo y muy imaginativo. «Mi poesía puede ser un poco tristona y melancólica, como soy yo, pero no derrotista». En ella plasma sus vivencias en verso libre, aunque con un ritmo muy musical, heredado de los tiempos en los que lideró el grupo Murphy. Aquella formación de rock se fue al garete pero las letras de sus composiciones derivaron en poemas. Unos poemas que -lo sabe- nunca le darán de comer. «La poesía es para disfrutarla, pero vivir de ella es complicado; esto no es 'Operación Verso'», bromea.

Sin madrugar

Curiosamente, poco o nada tiene de poético el Servicio de Aparcamiento Vigilado (SAV), donde José Ignacio trabaja desde hace cuatro años y muy a gusto, por cierto. Tras pasar por supermercados y fábricas, «aquí es donde más cómodo estoy porque no madrugo. Eso de acostarme de noche y levantarme de noche, a mí me marchita». Y suma a esta ventaja la de librar las fiestas de San Bernabé o San Mateo, laborar al aire libre (sólo incómodo con bajas temperaturas) y el liviano esfuerzo físico que exige.

Eso sí, puntualiza, «este trabajo te dice mucho de las personas, de cómo estamos viviendo las prisas y de cómo, por tres insignificantes euros, puedes perder la razón, los papeles, ».

En su caso, las broncas han sido contadas, «aunque he vivido momentos de tener que avisar a la patrulla, incluso me han amenazado un par de veces de muerte». Por suerte, vigilando la zona azul topa con mucho logroñés amable. «Hay gente que te ve congelado en invierno y, después de que les pones la denuncia, te dan las gracias y un euro para que te tomes un café».

Pendiente del carné

«¿Y cómo se pagan las denuncias?», es la frase que más escucha en su trabajo. En ocasiones también le han pedido desaparcar un coche muy encajonado, pero carece de carné de conducir. «Estoy en ello desde hace tres o cuatro años -comenta-, pero es un texto aburridísimo (el del examen teórico) y yo soy poco constante». Para sus lecturas prefiere la obra de Neruda, Vallejo, de los poetas clásicos.

A él, por lo tanto, difícilmente le podrán sancionar en zona azul (ni en ninguna otra zona). Eso sí, garantiza que los vigilantes del SAV no reciben comisión por multa puesta. «Al contrario, lo ideal sería no tener que sancionar», pero resulta inevitable. Es más, «en Navidad no das a basto» con tanto movimiento para comprar regalos. En cuanto al uniforme, José Ignacio asegura llevarlo «con mucha dignidad y eso que ahora nos han puesto un chaleco naranja fosforito ».
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ENTREVISTA EN RADIO PUNTO (5-07-2006)

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