cartas y pancartas

Monday, November 19, 2007

Prensa

LOGROÑO
,I JOSÉ IGNACIO HURTADO GARCÍA I POETA Y VIGILANTE DEL SAV
Cartas, pancartas y alguna multa
Acaba de publicar 'Cartas y pancartas', un poemario que le llega como caído del cielo. Y mientras disfruta escribiendo y tocando rock, se gana la vida vigilando la zona azul
José Ignacio Hurtado nada tiene que ver con el futbolista del mismo nombre, ni con el político, ni con el presentador, ni con las hermanas Hurtado, aclara.
Cartas, pancartas  y alguna multa
José Ignacio Hurtado posa con su libro de poesía y junto a una máquina del SAV, que se ha convertido en una de sus herramientas de trabajo. / ENRIQUE DEL RÍO

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Acaba de introducirse en el mundillo literario con 'Cartas y pancartas', una publicación que reúne cien poemas suyos y que -reconoce- «me vino del cielo». Autodidacta y ajeno al ámbito poético, la suerte le llegó a través de su hermana, Sandra, quien mostró sus primeras obras al responsable de la editorial leonesa Lobo Sapiens. A éste le gustaron y hoy son un poemario del que se han editado 800 ejemplares con destino a Madrid, Castilla-León y Logroño.

«Igual son demasiado cien poemas» para un libro, reconoce este joven poeta logroñés, quien dice escribir con un estilo directo, sencillo y muy imaginativo. «Mi poesía puede ser un poco tristona y melancólica, como soy yo, pero no derrotista». En ella plasma sus vivencias en verso libre, aunque con un ritmo muy musical, heredado de los tiempos en los que lideró el grupo Murphy. Aquella formación de rock se fue al garete pero las letras de sus composiciones derivaron en poemas. Unos poemas que -lo sabe- nunca le darán de comer. «La poesía es para disfrutarla, pero vivir de ella es complicado; esto no es 'Operación Verso'», bromea.

Sin madrugar

Curiosamente, poco o nada tiene de poético el Servicio de Aparcamiento Vigilado (SAV), donde José Ignacio trabaja desde hace cuatro años y muy a gusto, por cierto. Tras pasar por supermercados y fábricas, «aquí es donde más cómodo estoy porque no madrugo. Eso de acostarme de noche y levantarme de noche, a mí me marchita». Y suma a esta ventaja la de librar las fiestas de San Bernabé o San Mateo, laborar al aire libre (sólo incómodo con bajas temperaturas) y el liviano esfuerzo físico que exige.

Eso sí, puntualiza, «este trabajo te dice mucho de las personas, de cómo estamos viviendo las prisas y de cómo, por tres insignificantes euros, puedes perder la razón, los papeles, ».

En su caso, las broncas han sido contadas, «aunque he vivido momentos de tener que avisar a la patrulla, incluso me han amenazado un par de veces de muerte». Por suerte, vigilando la zona azul topa con mucho logroñés amable. «Hay gente que te ve congelado en invierno y, después de que les pones la denuncia, te dan las gracias y un euro para que te tomes un café».

Pendiente del carné

«¿Y cómo se pagan las denuncias?», es la frase que más escucha en su trabajo. En ocasiones también le han pedido desaparcar un coche muy encajonado, pero carece de carné de conducir. «Estoy en ello desde hace tres o cuatro años -comenta-, pero es un texto aburridísimo (el del examen teórico) y yo soy poco constante». Para sus lecturas prefiere la obra de Neruda, Vallejo, de los poetas clásicos.

A él, por lo tanto, difícilmente le podrán sancionar en zona azul (ni en ninguna otra zona). Eso sí, garantiza que los vigilantes del SAV no reciben comisión por multa puesta. «Al contrario, lo ideal sería no tener que sancionar», pero resulta inevitable. Es más, «en Navidad no das a basto» con tanto movimiento para comprar regalos. En cuanto al uniforme, José Ignacio asegura llevarlo «con mucha dignidad y eso que ahora nos han puesto un chaleco naranja fosforito ».
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ENTREVISTA EN RADIO PUNTO (5-07-2006)

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